Soy como dos, soy como dos,
uno que vale la pena,
soy como dos, siempre soy dos,
el otro te hace una escena.
Cuando quiero ser humano
siempre sale el arrastrado
cuando intento hacerme el malo
soy un niño abandonado.
Soy como dos, compréndelo,
uno muy descontrolado,
soy como dos, siempre soy dos,
el otro es hasta educado.
Cuando intento ser amable
siempre decido atacarte,
si quiero ser desagradable
siempre me siento culpable.
No sé bien qué estoy buscando,
pero me voy alejando,
cuando pienso en el pasado
me asusto, corro y no paro.
Soy como dos, siempre soy dos,
tienes a dos a tu lado,
por eso un día soy feliz
y de repente me enfado.
Cuando quiero maltratarte
no me decido a llamarte,
si siento ganas de abrazarte
me emborracho en cualquier parte.
Tienes a dos a tu lado,
soy feliz y de repente me enfado.
Los Secretos.
En un típico pub inglés, después de pedir una pinta y algo de comer, estuvimos hablando sobre el tema que tantas veces ocupa mis pensamientos, el devenir de las cosas, los fracasos con las personas que me rodean, mi propio sentimiento de culpa. Mi inseguridad, para elegir un camino, si merece la pena abandonarlo todo por un sueño, y si ese sueño, es factible.
¿Es mejor no haberlo intentado nunca, que intentarlo y fracasar?
No lo se, es una actitud cobarde, sus palabras, son, como siempre, de aliento, pero esta vez más severas, mas elocuentes, “puedes hacer lo que quieres, si te lo propones”, “si te relajas, a lo mejor encuentras lo que estas buscando”, “tienes que pensar más en ti”, quizás el ansia del encuentro me dificulta la búsqueda, y siento, que mi camino espiritual esta ligado al laboral, algo me dice que siempre ha sido así, que siempre he sido así.
Ha sido un viaje de encuentro, de entrega, un viaje a un sendero desconocido, que siempre he sabido, estaba ahí, pero nunca me he atrevido a seguir. Aún es pronto para aventurarse, sé que hay una compuerta cerrada en mi interior, ahora estoy segura, de que en otro tiempo, estuvo abierta, y no siempre fue así la sequía, ni la falta de decisión.
Creo saber que provocó el cierre, y también que lo mantiene, aunque no se como arreglarlo.
Pero como siempre hay una llama de esperanza, que sigue encendida en lo más profundo de mi corazón, me ayudará a encontrar la llave, a volver a abrir la puerta, a evitar que se vuelva a cerrar.

